
Un día fui al cine. Hará de esto... veinte años, quizás treinta. Cogí a mi mujer y le dije: Dolors, avui sortim. Cenamos en casa Codina. Dos bocadillos de tortilla con jamón y dos vasitos de vino del Priorat. Después la miré a los ojos y le dije: Dolors, ara anem al cinema. Era sesión doble: ‘El resplandor’ y ‘Kung fu y los siete vampiros de oro’. Esa noche dormimos acurrucados, tan juntos como nuestros cuerpos nos lo permitieron, el uno abrazado al costado del otro. Esperando que los zombies con máscara dorada entraran por la ventana y nos robaran todo el género del negocio.
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