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Me habían internado urgentemente por no sé qué infección renal. El típico trastorno de las cuatro de la tarde que te retuerce las ganas vivir hasta convertir la santísima siesta en un amasijo de dolor y sudor. Unas pocas horas después flotaba en una nube de morfina y sábanas blancas. El carecer de uno de los riñones no le impedirá llevar una vida absolutamente normal, Sr. Cullaré, me dijo el doctor. Dios, más de lo mismo, pensé yo.


Herrera y Luzzatti
viernes, 28 de septiembre de 2007a las




Perro grande, perro pequeño... Yo también quiero ser perro. Mear en los alcorques, olisquear las basuras, aparearme en el parque, meter el hocico en su entrepierna, cagar en medio de la plaza, robarle el helado al niño, escaparme con la correa colgando al cuello y acabar atropellado por el camión de la basura. Eso es vida y no este arrastrarse por el calendario negro y rojo, siempre cagado de moscas.


Herrera y Luzzatti
jueves, 27 de septiembre de 2007a las




Me he enamorado cuatro veces a lo largo de mi vida.
La primera de mi mujer. Fueron dos horas de intensa pasión, tres años de triste cortejo y cuarenta años de “bon dia” y “bona nit”.
La segunda, el mismo día de mi boda, de mi prima Angels. Ebrio y desconsolado me encerré en el lavabo, vomité y lloré. Me quedé dormido con la cabeza apoyada en la taza del váter.
La tercera de una Singer 201. La tuve entre mis brazos tan solo una semana. Una vez reparada fue devuelta a su legítimo propietario.
La cuarta de Mari Luz, la hija de una clienta. Un día cualquiera dejó de venir por la tienda. Tenía un ojo de cristal y los labios del color de la mermelada de arándanos.


Herrera y Luzzatti
miércoles, 26 de septiembre de 2007a las




Me debía doscientas mil pesetas y cada vez que lo veía por la calle de mis ojos salían ascuas rojas como la ira. Él, en cambio, cruzaba la calle dando verónicas al viento, todo zalamero en dirección a mí, con un concierto de cláxones a su espalda. Y, cogiéndome del brazo, me dirigía hacia el Canigó: Com va aixó, noi? Fem un cafetó? ¿Y qué podía hacer yo, pobre de mí? Tomarme el carajillo con el hijo de perra, a sabiendas de que le pagaría ese y cuantos le viniesen en gana. Hasta incluso dejar los cafetales cubanos arrasados por su poca vergüenza:
- Maria, dos carajillos més de rom Pujol!


Herrera y Luzzatti
martes, 25 de septiembre de 2007a las




Pienso en la muerte como en el cierre de un negocio. Un local deshabitado y lleno de polvo. Con matarratas en los rincones y una botella de sifón abandonada sobre el mostrador.



Herrera y Luzzatti
lunes, 24 de septiembre de 2007a las




Se me queda mirando con ojos como platos. Es mi médico de cabecera y, en Navidad, mi amigo:
- ¿Qué quieres decir con que hay cosas que te ponen triste?
- Coño, Ricard, pues eso mismo, que hay cosas que me ponen triste, com vols que t’ho digui?
- Collons... a ver, ponme un ejemplo.
- A veure... el recibo de la luz, las películas del oeste, las tardes negras en el carrer Sant Ramon, las parejas que se besan en la calle, las palomas comiendo pan en la plaza, los mocos calientes en la acera, mi mujer hirviendo el café una y otra vez, Albert Boadella y las corridas de toros en la tele...
- Vale, vale. Te tomas una de estas cada seis horas.
- Ibuprofeno? Que cony de merda es aixó?


Herrera y Luzzatti
viernes, 21 de septiembre de 2007a las




Mi hermano Marcel siempre ha sido diferente. En el 49 se lo llevaron a África, a la legión, y volvió más diferente que nunca. Bajó del tren tatuado y vestido de blanco. Ya no sonreía. Se encerraba en el cuarto que le acondicionamos sobre la tienda y le oíamos beber y llorar. Noche sí, noche también. Hasta que un día nos enseñó un billete de barco para Estados Unidos. Cinco años después nos llegó un paquete que contenía dos pequeños libros con el nombre de mi hermano en la cubierta: Marcel Cullaré. Y un billete de un dólar dentro de ellos. Los libros los dimos a la beneficencia. El billete lo enmarcamos y lo colgamos en la tienda. Le daba un aire más... más internacional al negocio.



Herrera y Luzzatti
miércoles, 19 de septiembre de 2007a las




Un día fui al cine. Hará de esto... veinte años, quizás treinta. Cogí a mi mujer y le dije: Dolors, avui sortim. Cenamos en casa Codina. Dos bocadillos de tortilla con jamón y dos vasitos de vino del Priorat. Después la miré a los ojos y le dije: Dolors, ara anem al cinema. Era sesión doble: ‘El resplandor’ y ‘Kung fu y los siete vampiros de oro’. Esa noche dormimos acurrucados, tan juntos como nuestros cuerpos nos lo permitieron, el uno abrazado al costado del otro. Esperando que los zombies con máscara dorada entraran por la ventana y nos robaran todo el género del negocio.



Herrera y Luzzatti
a las





Si he de hablar de las bajas pasiones he de hablar de las señoronas que piden cuatro perras el día del cáncer. Tras las mesas petitorias, embutidas en esos trajes de fino y aristocrático corte y de un tergal que tan sólo he podido entrever en alguna cafetería de Madrid. Exudando sensualidad por todos los poros de su cuerpo, embriagando la ciudad con el Channel Nº 5 que compran en El Corte Inglés después de merendar en el Sandor, haciendo sonar las huchas de calderilla como Esmeralda las castañuelas ante la catedral. Reconozco mi falta y su tufo pecaminoso, pero en mi descargo diré que también los hay que se miran a los burros con ojos golosos.


Herrera y Luzzatti
martes, 18 de septiembre de 2007a las




A Massimo lo conocí un agosto de perros dormidos. Una tarde calurosa y húmeda con el rastro del sol perdido entre las gotas del carajillo. Nos arrastrábamos todos por el barrio de Gràcia pidiéndole clemencia al dios de los sufrientes y deshidratados comerciantes.
No entendía lo que me decía... creo que me hablaba de fútbol, o de dios, o quizás de las dos cosas a la vez. Dijo algo de Gaudí. También de Naomi Campell (sea quien sea). Bebía mucho y muy rápido, casi al mismo ritmo con que eructaba y me gaseaba con unos pedos en los que reconocí el hedor de las alcantarillas de Barcelona horas antes de la lluvia.


Herrera y Luzzatti
lunes, 17 de septiembre de 2007a las




A veces me escapo. Le digo a mi señora: Dolors, me voy a correos. Pero subo andando hasta la Plaça del Diamant y me siento a ver al resto de los homínidos. Los veo embrutecerse, cortejarse los unos a los otros, olerse la entrepierna, dar vueltas unos sobre otras, anularse con comidas infames y bebidas que un animal de cuatro patas rehusaría siquiera oler. Escenas que bien podrían haber salido de la mismísima biblia y que, en su conjunto, y aun repudiándome, hacen que me excite levemente.



Herrera y Luzzatti
viernes, 14 de septiembre de 2007a las




Mira a Ramón, desplazando su humanidad Passeig de Gràcia abajo. Ramón Celoni es uno de los veteranos representantes de Singer en Barcelona. Con el trato constante y el tiempo se ha ido creando entre nosotros algo parecido a la amistad. Pero, según él mismo asevera, Ramón es más que un comerciante. Ramón es un escritor, un artista, un creador, una multidisciplinar mente atormentada.
Cuando Ramón se toma unas copas de más habla de él mismo en tercera persona y utiliza su dedo índice como ariete. Una pequeña editorial de Mataró publica su vasta obra, entre otros títulos: “Los galgos, los cuantos y un servidor”, “Por qué soy el centro del universo”, “Vida de Ramón Celoni, artista”, “Y le llamaron Ramón”, etc. Sin olvidar un pequeño poemario intitulado “Oda a mí”.



Herrera y Luzzatti
jueves, 13 de septiembre de 2007a las




Confesaré que a veces hurgo en las basuras. No por necesidad, evidentemente (mi economía se basa en el trabajo y en el ahorro), pero siempre hay algún pequeño tesoro escondido bajo un arrugado papel de aluminio. Allí encontré la historia de aquel hombre que amaneció un día convertido en cucaracha. Qué bobadas escriben, pensé, ya no saben que inventar. Tres días después me sorprendí a mí mismo pensando en cual fue la mañana en que me desperté convertido en... nada.



Herrera y Luzzatti
miércoles, 12 de septiembre de 2007a las




Y hete aquí mi mazmorra y mi cielo durante más de cuarenta y cinco años. ¿Puede existir alguna forma más cómoda de enterrarse en vida? Es aquí donde he tomado cada día la sopa tibia de la rutina. Desde donde he escapado a las pasiones de la vida que acecha ahí afuera, a los escotes rojos, a la piel perfumada, a los cruces de miradas furtivos... hasta que un día apareció la máquina de coser eléctrica.



Herrera y Luzzatti
martes, 11 de septiembre de 2007a las




Siempre me han gustado las máquinas de coser. Sus bielas, sus correas, sus cigüeñales, sus tensores... todo funcionando en comunión y creando la armonía del movimiento mecánico. Y donde el ojo experto del artesano ve belleza, el gañán tan sólo ve metal y ruido. Quizás por ello le regalé a mi nieto una máquina fotográfica. Para joderlo, para hacerle ver que la belleza no está al alcance de cualquier alma llegada al mundo. Maldito crío del demonio.



Herrera y Luzzatti
lunes, 10 de septiembre de 2007a las