
La navidad pasada tuve un extraño sueño. En su tradicional mensaje a la nación el monarca afirmaba dejar paso a la Tercera República a cambio del sacrificio de treinta vírgenes vestales. El vil populacho se lanzaba a las calles profiriendo algo a gritos, algo relacionado con el sexo y con los animales de dos y cuatro patas. Me parece recordar que lo de la Tercera República se quedaba en agua de borrajas.
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