
Por fin entraron los cacos en casa. Con nocturnidad, con alevosía y con el tacto suficiente de intentar no despertarnos. Pero tengo el sueño ligero y al verlos tan atareados metiendo mis cosas en su saco de arpillera decidí preparar café y sacar algunos dulces. Son amigos de lo ajeno, pero amigos al fin y al cabo ¿no?
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