
Quisiera tener el recuerdo de mi mujer durmiendo en la pequeña pensión de Peñíscola donde pasamos nuestra breve noche de bodas. El recuerdo de la luna grande como un queso y el de una cortina que se balanceara ante la ventana abierta. El recuerdo de la curva de su cuello que podría seguir a la curva de su hombro. Pero tan solo guardo el recuerdo de su plácida respiración marcando el contrapunto a la pedorreta melodiosa que siempre le ha producido el cava.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio