
¿Y si el espíritu santo, pensaba yo el domingo en el Canigó delante de un vermú, y si el espíritu santo fuera tan solo la punta del iceberg de un ente extraterrestre con aviesas intenciones para con el genero humano? ¿Y si sus defecaciones fueran algo más que heces en caída libre? ¿Y si esta fuera la mayor y más cierta de las teorías conspirativas? ¿De qué forma podría yo convertir el descubrimiento de este hecho en algún rédito de tipo crematístico para con mi persona?
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