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 Es en las tardes de invierno cuando suelo pensar en dios. Recojo mis cosas y cierro el negocio, hago la caja, me siento en la mesa de mi despachito, abro una botella de Coca-Cola, cruzo las manos sobre mi vientre y pienso en dios. No mucho, la verdad, porque es un tema que me aburre sobremanera, pero sí lo justo para quedarme amodorrado. Todavía no he llegado a ninguna conclusión sobre el tema en cuestión pero, tal como le dije a mi mujer, cuando sepa algo te aviso.
Herrera y Luzzatti
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jueves, 18 de octubre de 2007a las
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 1982 fue el año de la gran marimorena. Por motivos que a nadie interesan mi mujer y yo nos estuvimos peleando de la mañana a la noche durante meses. Volaba, literalmente, la vajilla. Los pasillos y las escaleras se convirtieron en campos de batalla y el lavabo en trinchera en la que tomar un respiro para volver de nuevo a la carga. Y a ella, un día en el que por lo visto ya habíamos dejado agotado el barriobajero repertorio de la ofensa, le dio por llamarme perro. Con los pies anclados en el suelo, las manos sobre la mesa, la cara roja de ira y el cuerpo inclinado hacia delante me gritó: “gos, gos, tros de gos!”. Y tras un primer instante de pasmo a mí me dio por reír. Reí y reí y reí, hasta el punto en que tuve que tumbarme en el sofá para poder seguir riendo. Y por fin pude abrir los ojos y ver que mi mujer, presa también de la carcajada, se había orinado encima. La firma del armisticio se celebró en el sacrosanto lecho conyugal.
Herrera y Luzzatti
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miércoles, 10 de octubre de 2007a las
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 Mientras el cura parlotea los domingos sobre el bien, el mal, Cristo, los apóstoles, la virgen, las lenguas de fuego, la condenación y el inevitable espíritu emplumado, yo imagino el camino hacia el juicio final como un gran andén sucio y desnudo. Algunas almas cansadas, alcoholizadas en su mayoría, hablan consigo mismo. Unas vomitan en las escaleras y otras compran chocolatinas en las máquinas. No hay música de fondo ni pantallas de plasma que hablen sobre medio ambiente. No hay ansiolíticos para nadie y el tren no acaba de llegar.
Herrera y Luzzatti
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lunes, 1 de octubre de 2007a las
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